En un diálogo que tuve hace poco conmigo misma, resolví el misterio. No he querido contarle a nadie sobre esto hasta ahora pero quizás la perspectiva de otras personas sea de ayuda.
- No quiero ir al cine hoy. Vayamos otro día. La próxima semana, mejor.
Mi hermana me miró sorprendida.
- Qué raro que no quieras ir al cine! Estuviste esperando meses a que se estrenara esta película.
Si se hubiera tratado de otra persona le hubiera dicho que no me sentía bien o que no estaba de humor. Nadie se hubiera dado cuenta de que era mentira. Ella sabía que había algo más. No podía mentirle ni ocultarle cosas, ella me conocía demasiado bien.
- Un chico de ahí me invitó a salir y le dije que estaba ocupada. Preferiría que no me vieran por ahí, sólo por las dudas.
- No creo que te haya invitado en un día en el que él estuviera ocupado trabajando en el cine. No hablaría muy bien de él. Quién era?
- Importa?
- No, pero quizás querías contarle a alguien.
- En realidad no quiero. Es algo temporario, en cuanto se aburra y se canse no se va a acordar de mi nombre y voy a tener que enfrentar otra desilusión. Estoy cansada de eso. Por primera vez me siento bien como estoy.
- Segura?
- Sí. Lo conocí hace poco, pero creo que lo suficiente. Es casi 10 años mayor que yo.
- Eso te asusta? - me preguntó curiosa.
- Al principio me asustaba. Pensé que sería un hombre serio, maduro, más inteligente y distinto de los otros.
Se quedó mirándome por unos segundos.
- Pero cuando empecé a hablar con él y a conocerlo un poco, él empezó a llamarme "linda", diciendo todas estas líneas que los hombres dicen cuando conocen a una chica que les parece bonita y demás... Entonces me di cuenta que no importaba la edad que tenía, no era para nada diferente de todo el resto de los chicos que había conocido antes. Y ya conozco a esos chicos, y no es lo que me interesa. Caso contrario hubiera estado con alguno de ellos. Yo quiero alguien que, al menos, quiera quererme. Alguien sincero que se preocupe por conocerme, y no a alguien que me mire y sólo vea una chica bonita o una chica a quien sólo se quiere llevar a la cama.
Mi hermana asintió con la cabeza en silencio. Se quedó pensativa por un momento.
- Entiendo perfectamente de lo que estás hablando. Y me parece genial que lo tengas tan claro. Quisiera yo haberlo tenido tan claro cuando tenía tu edad.
Me miró sonriente.
- Sin embargo, creo que también es importante que trates de abrir tu mente a cosas nuevas, inesperadas, que no se te hubiesen ocurrido. Incluso si este chico sólo ve una chica bonita en vos, podrías salir con él y seguramente se divertirían. Sólo tenés que establecer bien los límites y no dar lugar a confusiones, pueden ser amigos.
- Sabés que no creo en eso.
- Por eso dije que deberías abrirte a cosas nuevas, ideas nuevas. Además nadie sabe lo que pasará mañana. Quizás a medida que se van conociendo surge algo interesante.
- No creo que realmente quiera conocerme.
- Nunca te vas a enterar si no le das una oportunidad.
Fue algo que había dado vueltas en mi mente por semanas. Quizás sí debía abrirme a nuevas ideas. Quizás sí debía creer, confiar en él. En alguno al menos. Nunca confié en nadie realmente.
Tenía una amiga a la que le contaba absolutamente todo. Cada vez que conocía a alguien que me gustaba, le contaba lo que me había dicho palabra por palabra. Ella siempre pensó que era todo charlatanería. Decía que todos los chicos hablaban por hablar cuando decían cosas halagadoras todo el tiempo. Quizás con el tiempo yo había empezado a creer lo mismo. Pero incluso ella había empezado a salir con varios chicos, sólo para "darles una oportunidad y ver qué pasa".
Yo no podía hacer lo mismo. Para mí, todo seguía siendo mentira. Y, aunque sé que no me equivoco sobre este chico en particular, me gustaría poder creerle como solía creer cuando era más chica.
Entonces me di cuenta. La parte más difícil no es querer a alguien, sino dejarse querer. Es ese acto de fe que todo el mundo teme realizar y que, de ser positivo, resulta en el cumplimiento de un deseo que todos tienen en la vida: ser amados.
No se trata de a quién queremos. Siempre se trata de quién nos quiere. Algo que pocas veces sabemos con certeza. Algo difícil de conseguir. Algo imposible de comprobar. Por eso, es un acto de fe confiar en que el otro realmente nos quiere... que nos quiere tal cual somos.
Escribís cosas muy intensas, pero podrían trascender de tan sólo "reflexiones".
ResponderEliminarEn definitiva, creo que lo que hacés con tus textos, si bien son reflexiones, tienen un trasfondo y ese es "Racionalizar el sentimiento". El amor no se entiende, se siente. No se debe analizar si no disfrutar, no existe lógica para el romanticismo.
Todo esto del "amor" es como un juego de azar, donde a cada uno le toca o no, enamorarse.
Cuando vos te permitas abrir paso a esta afirmación, vas a empezar a comprender al amor como un sentimiento y no como un pensamiento.
En este momento podrías estar siendo querida de formas que ni imaginás.
Uno mismo puede no dejarse amar, porque no está en armonía con el amor, o bien, por la forma complicada de ser.